Dejar trascendencia de uno mismo ha sido tan importante como vivir, ya que muchos hombres pensaron en cómo dejar tras de sí una huella o algo para que la historia no los olvidara. Frente a este dilema las personas y culturan tomaron diferentes decisiones, los egipcios construyeron grandes edificios, los griegos y romanos su cultura (base de la cultura actual), los reyes medievales su forma de luchar y construir alianzas e imperios, etc.
En conjunto con esas formas de trascendencia encontramos la vía religiosa, con la Iglesia a la cabeza, que acompaña al hombre actual, siendo la institución social más antigua y que más ha influido en el hombre actual.
La Iglesia a los largo de sus más de dos mil años de historia ha cambiado y modificado sus formas de vivir la religión y de transmitirla a sus fieles. Es una de las instituciones más antiguas, pero también como la más adaptable a los tiempos, porque ha tenido la capacidad de interpretar los diferentes épocas que le ha tocado vivir.
Una de las últimas, y no completamente acabada transformación, la conocemos con el nombre de Vaticano II. Este concilio ecuménico se dedicó a recomprender la identidad y misión de la Iglesia con el fin de actualizarla y reinsertarla en esta época de cambios tan vertiginosa y así poder salvar a la humanidad a través de la Verdad.
“… [Debe] vivir atenta a los “signos de los tiempos”, procurando “discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios”
Esta nueva Iglesia ya no busca separarse y salvar sólo a sus fieles, sino que desea la unidad con las otras confesiones cristianas, con las demás religiones y con toda la humanidad, proclamando la libertad de la gente tanto espiritual como política, en donde la Iglesia prevalecería gracias a poseer la Verdad.
Una Iglesia servidora. Decía Pablo VI: “Que lo sepa el mundo: la Iglesia lo mira con profunda comprensión, con sincera admiración y con sincero propósito, no de conquistarlo, sino de servirlo; no de despreciarlo, sino de valorizarlo; no de condenarlo, sino de confortarlo y de salvarlo” (septiembre de 1963).
También se habla de una Iglesia práctica y eficaz, en donde no se habla de cosas sin sentido como un Dios lejano y que no tiene que ver con la vida actual, sino de una Iglesia que por sobre todo pretende servir a las necesidades de los seres humanos.
Es esta idea de libertad y servicio la que permite hablar de iglesias dentro de otras iglesias. Es decir, que la iglesia cristiana tiene múltiples expresiones, como se pudo establecer en las Conferencias episcopales de Puebla (1979), al ir más allá y decir que la Iglesia debe estar al servicio de los más necesitados, es decir, de los pobres (Teología de la liberación). Principal influencia en la Iglesia latinoamericana y en los fieles que dicen ser cerca del 90 % de la población de Latinoamérica.
jueves, 3 de septiembre de 2009
LA TRASCENDENCIA
El concilio Vaticano II (1962-1965).
Juan XXIII y Pablo VI.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario